Por: Laura Caviedes y Valentina Prada
Los Organismos Genéticamente Modificados, en específico las semillas transgénicas, son aquellas a las que se les transfiere uno o varios genes de otra especie, con el fin de crear variedades con características innovadoras y diferentes a las de origen: resistencia a herbicidas o plantas que producen su propio insecticida, entre otras. Los transgénicos han sido promovidos como la solución a los bajos rendimientos en los cultivos para aumentar su productividad y afrontar el déficit de alimentos respecto al crecimiento poblacional (Alfaro, 2018). Sin embargo, a pesar de las promesas que se han construido alrededor de este modelo agrícola, sus consecuencias tanto sociales como económicas y ambientales opacan sus beneficios.
A manera de contextualización, se puede afirmar que en décadas recientes se han llevado a cabo procesos que han determinado cambios significativos en el sector agrícola; la Revolución Verde, la introducción de semillas híbridas y el sector biotecnológico han transformado drásticamente la forma en que se produce en Colombia y el mundo, desde los años 60, 90 y 2000s, respectivamente. La materialización de estos principios productivos en nuestro país se dio a través de la implementación de la Resolución 970 en 2010 y la firma del TLC con Estados Unidos en 2012. Estos procesos representan la transición hacia modelos de producción intensivos y monocultivos, puesto que se insertan dentro de una nueva lógica de producción capitalista y de desarrollo económico que busca aumentar la productividad agrícola. Los efectos de dichas medidas han sido cuestionados, pues han transformado las prácticas tradicionales de las economías agrícolas locales.
Con respecto a los impactos ambientales, estos monocultivos han propiciado el detrimento de la salud de los suelos, puesto que se han potencializado enfermedades producidas por insuficiencia de nutrientes o exceso y contaminación de los mismos. Además, las semillas transgénicas desequilibran e interrumpen los ciclos ecológicos, lo cual resulta en la vulneración de la biodiversidad de la tierra. Cabe resaltar que la diversidad biológica de los ecosistemas es una de las formas naturales para controlar las plagas. (Shiva, 1995)
En términos de los impactos socioeconómicos, se ha evidenciado que esta lógica de producción agrícola es beneficiosa para las empresas multinacionales que las comercializan, así como para las élites políticas que promueven su reglamentación. Esta dinámica de poder ha causado que los campesinos productores tengan que comprar semillas, fertilizantes y pesticidas, limitándose a abandonar sus prácticas tradicionales. Además de la vulneración de la soberanía alimentaria de estas comunidades, los efectos económicos también las han perjudicado. En Colombia, estas medidas establecieron condiciones de competencia desigual, generaron pérdidas para los productores colombianos y los estigmatizaron como delincuentes, pues sus prácticas tradicionales no eran legales dentro de lo estipulado por la Resolución 970. Estas condiciones se sumaron a un descontento del sector campesino, incentivando el Paro Agrario del 2013. Adicionalmente, durante este semestre legislativo, el representante a la Cámara Juan Carlos Losada Vargas presentó un proyecto de reforma constitucional para la prohibición de las semillas transgénicas en Colombia, argumentando los daños multidimensionales ya mencionados. La aprobación de este proyecto en primer debate por parte de la Comisión Primera demuestra que los efectos nocivos de estas medidas han generado la necesidad de cuestionar su legitimidad a nivel institucional.
En síntesis, la implementación de semillas transgénicas tiene un efecto contrario al no cumplir con las promesas de progreso y evidencia cómo se privilegia la mercantilización del conocimiento y de la naturaleza sin considerar los efectos que esta tiene en las formas de vida y de organización de las comunidades locales. En esta medida, la agricultura ha privilegiado la producción no para nutrir la tierra ni obtener sustento de ella sino para maximizar ganancias. Lo anterior demuestra que este tipo de prácticas perciben a la tierra como una fuente de beneficios económicos alejándose de una visión recíproca de la naturaleza. En este sentido, en vez de que los seres humanos devuelvan a la tierra en la medida en que extraen sus recursos, terminan destruyendo la base natural renovable que proporciona la base para la reproducción material de la vida.
Referencias:
Alfaro, J. (2018). Las semillas transgénicas como mecanismo de negocio. Interacciones [Salto de ajuste de texto]Multiculturales. Recuperado de: https://sociales.uexternado.edu.co/interaccionesmulticulturales/las-semillas-transgenicas-como-mecanismo-de-negocio/
Rodríguez, L. (2020). Polémica por proyecto que prohíbe las semillas transgénicas en Colombia. Recuperado de: https://caracol.com.co/programa/2020/10/18/al_campo/1603017502_690071.html
Shiva, V. (1995). Abrazar la vida: Mujer, ecología y supervivencia. Madrid: Horas y HORAS
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